Cuando llamé por teléfono a Edurne para invitarla a Planeta Calleja, la pillé en uno de los momentos más importantes de su vida, estaba a punto de subirse al escenario de Eurovisión en Viena. Como estaba muy nerviosa, me dijo a todo que sí, pero a la pobre la metí en un marrón considerable.
Edurne y yo viajamos hasta Tanzania para hacer uno de los retos más duros a los que he sometido a un invitado: ascender el Oldonyo Lengai, de 2962 metros, un volcán sagrado para los masais. A lo mejor pensáis que no tiene demasiada altura, pero la ascensión se hace un día y se empieza 1200. Un desnivel de 1700 metros en un solo día es un esfuerzo brutal. Además la montaña estaba empinadísima y el terreno era bastante incómodo. Edurne sufrió muchísimo y sus frases favoritas del día fueron “¿cuánto falta?” y “¡No puedo, no puedo!”. Pero sí pudo, y lo hizo todo gracias a su cabeza, porque el cuerpo le falló. Tenía un tembleque bestial en las piernas pero la fuerza de voluntad pudo con todo. Edurne no quería irse de allí sin hacer cima, una actitud que dice mucho de ella.
No todo iba a ser sufrir. Edurne es una fanática de los animales y disfrutó como una enana en Tanzania. Vimos de todo: elefantes, leones, cebras, rinocerontes, hipopótamos… Me encantó ver cómo se emocionaba el primer día por ver una jirafa. Esa capacidad de sorprenderse y emocionarse con la naturaleza es algo que disfruto muchísimo cuando lo veo en los demás. También convivimos con dos tribus, los masai y los hetzabe. Estos últimos es de lo más primitivo que yo he visto en el mundo. Se visten con una piel de mono mal puesta, tienen unas casas que a nosotros nos recordaban a un repollo pocho. No es que sean unos cutres, es que son nómadas y no cuidan mucho su casa ya que la usan durante muy poco tiempo. Los hetzabe nos invitaron a cazar con arco o flechas. A la pobre Edurne casi la mato, no sólo por la panzada de kilómetros que nos hicimos andando a toda prisa, sino porque cuando vio cómo cazaban un mono delante de ella, le dieron los siete males.
Lo mejor de Edurne ha sido su fuerza, su sentido del humor y sobre todo su espíritu positivo ante cualquier circunstancia. Pase lo que pase busca el lado bueno y nunca pierde la sonrisa. Ella no habrá ganado Eurovisión, pero mi corazón le da los 12 puntos. ¡Es una campeona!