Dolpo es una región inhóspita, la más grande de Nepal, pero también la más despoblada, a penas viven 5000 personas. Esta muy mal comunicada, no hay carreteras, ni apenas escuelas u hospitales.
Hola amigos estoy después de cuatro días de nuevo a las teclas en un lugar cualquiera del Himlaya menos conocido: La tierra de Dolpo.
Estamos muy cansados porque la paliza ha sido memorable…
Alquilamos unos caballos pues sabíamos que tendríamos que recorrer en tres días 120 kilómetros, y además escalar una montaña de más de 6.000 metros, así que o contábamos con ayuda o no seria posible.
Nos metimos esta caña en tan pocos días porque los conductores de la caravana de Yacks, la ultima de la temporada, solo nos esperan cuatro días, si no estamos el día convenido ellos se irían y se cerrarían todas las puertas para salir del alto Dolpo, y tendríamos que invernar aquí o buscarnos la vida de otra manera, que seria contratar un helicóptero, que a saber cuando vendría y pagar un pedazo de pastón que no nos podemos permitir.
Dicho y hecho..
Salimos de Charka Bhot, dirección este por un valle a penas utilizado por las gentes locales, como mucho solo hasta la mitad que es donde hay pastos para los yak, a partir de me dio valle nadie sube, pues la altura es extrema y no hay nada que a ellos les interese, de echo los que viajan al reino del Mustang nunca utilizan esta vía, por la altura extrema, la desolación del lugar y la hostilidad del sitio si ocurrieran problemas. Los lugareños viajan hacia Mustang por la ruta del sur.
Pasamos todo el día a la grupa de los caballos, con unas sillas precarias, por senderos escalofriantes, con abismos de tal magnitud, que si el caballo tropezara nada podríamos hacer, desapareceríamos en las fauces heladas de estos cañones, donde no se ve ni el fondo.
El valle, parece que termina, pero de repente los conductores de esta caravana, vecinos de Charka Bhot, nos dicen que nos apeemos de las monturas y obligan a subir a los caballos por unas pendientes increíbles donde no hay senderos, parece que quieran escalar la montaña con los caballos.
Así remontamos hacia nuestra izquierda un gran desnivel, no sin antes cruzar al menos cuatro ríos helados, donde los caballos se niegan a pisar el hielo, y solo a base de insistencia lo conseguimos.
Somos concientes que nos adentramos en un lugar remoto, muy remoto, ni siquiera estas rudas gentes que se conocen cada rincón quieren adentrarse en este valle que no tiene nombre.
Alcanzamos una altura de 5.100 metros y ya con el sol en el ocaso y con un frío brutal, decidimos parar para instalar el campo base. Han sido casi 40 kilómetros, mil metros de desnivel a caballo, caminando, arrastrando en ocasiones el caballo, sin una parada para comer, y ni siquiera vemos nuestro objetivo, el Arniko Chulé, una montaña de más de 6.000 metros, que solo cuenta con dos ascensiones.
Sin demora montamos nuestras tiendas para cobijarnos del intenso frío y viento.
Pero alguien grita...
Es el hombre de los caballos, nos apremia a salir de la tienda y que veamos algo..
Se trata de una cueva de proporciones notables, en las que se ha arrancado trozos de tapines de hierba seca de gran tamaño, y el agujero es profundo, observamos marcas de garras, y hay mucha tierra desplazada. Verdaderamente es sorprendente. Llamo a Emilio y lo filmamos todo, el Tibetano se empeña en repetir sin parar Yeti, Yeti, Yeti, ¡joder¡, nos acojona…
Luego a colación dice que un compañero de el, lo ha visto hace tres días por las inmediaciones de este valle, y que se dedica a cazar marmotas en sus madrigueras, para ello revienta el terreno, y lo hace a conciencia.
Su rostro es un poema, y mira a todos lados como intentando ver al Yeti, nosotros nos reímos y hacemos bromas, y el nos mira desconfiando, no le hace nada de gracia que nos lo tomemos a risa, así que cambiamos nuestra actitud y le damos veracidad al asunto, solo así quedo a gusto y nos hablo de mil historias del yeti.
Para nosotros es algún tipo de oso, pues la marca de las garras y alguna huella mas o menos clara, nos hace pensar que se trata de un oso, aunque para no perder la magia del lugar siempre nos referiremos cuando veamos algún boquete mas, que veremos mas adelante, como el yeti, así no ofenderemos a nuestro conductor de caballos.
Esta claro que estamos en tierra indómita plagada de historias, leyendas y realidades, donde a veces nuestra mente analítica no puede alcanzar a comprender. Es la tierra de los corderos azules, que hemos visto a montones, las amapolas azules, una forma de budismo antiquísima que se llama Bon y el azul es el color predilecto de los acólitos, hemos oído y visto historias de yetis, y mil y una cosa más que nos sorprende cada día.
Allí estábamos nosotros contemplando la luna llena a la hoguera que Phunchok hizo con las boñigas de yacks, a -18º centígrados bajo cero, intentando cenar alguna que otra cosilla, los víveres están ya muy escasos, pero la noche es brutal, inmensa, impone a esa altura y en este valle tan alejado de todo.
Nos vamos a los sacos de dormir y cerramos la puerta de la tienda para que o entre ni una brizna de viento que sopla con furia, el frío es intensísimo, pero a lo mejor es la disculpa para que no entre el yeti, que entre broma y broma todos antes de meternos en la tienda miramos a todos lados, como el hombre de los caballos.
Mañana será un día muy, pero que muy largo…
A las seis de la mañana intentamos tomara algo caliente, pero es imposible, los estómagos están cerrados, no se puede desayunar a las seis de la mañana, tirados en el suelo helado, no hay mas boñigas, y estamos rígidos de frío, lo mejor ponerse en marcha..
Calculamos por el GPS y el mapa que tenemos una distancia de unos 35 kilómetros entre ida y vuelta, mas 1000 metros de desnivel y la escalada al Arniko Chuli de 6000 metros de altura, el día será durísimo, lo mejor empezar cuanto antes.
Subimos a la grupa de los caballos con el “culete” magullado del día anterior y de nuevo pasan las horas a caballo, no se ni como pueden caminar tanto a esa altura, que se me antoja excesiva para los equinos, pero avanzamos, y a las tres horas el caballo ya no puede caminara mas, esta lleno de rocas por todas partes. Los hombres de los caballos nos esperaran en este punto a nuestro regreso de la montaña.
Nos equipamos con el material de alta montaña, y con toda la ropa que tenemos, el frío es intensísimo.
Justo cuando comenzábamos a caminara dirección del Arniko Chuli, todos coincidimos, que el pico es un poco decepcionante, no tiene casi nada de nieve.
Miramos alrededor nuestro y vemos una gran numero de montañas, que todas superan los 6000 metros y mas bellas.
Discutimos el asunto, miramos los mapas, y fijamos los tres la vista en una concretamente, esta hacia el este, es alta sin duda, tampoco tiene demasiada nieve, pero a cambio tiene glaciar propio, y en los mapas satélite que tenemos, tiene una gran glaciar, que por su parte oeste esta repleto de nieve y hielo de gran profundidad, y esta masa de hielo se extiende muchos kilómetros hasta encadenar varias montañas de mas de seis mil metros.
Pensamos que es mucho mas atractiva, y además creemos que ningún occidental antes ha estado en la cima de esta montaña, y la podríamos poner un nombre. ¡Eso estaría muy bien¡..
El nombre lo pondremos con todo el respeto y cautela ante estas cosas, pues en la actualidad no hemos encontrado bibliografía que diga que algún extranjero ha escalado esta montaña, o puede que algún tibetano la ascendiera como es practica habitual en los lugareños del alto Dolpo, que tiende a alcanzar los puntos mas elevados.
En fin a todas luces, esta montaña aparece en el mapa sin nombre y la vamos a bautizar si alcanzamos la cima.
El ascenso empieza gradual, hasta una especie de collado que marcamos en el Gps y cuya altura es de 5.670 metros, luego comienza una penosa ascensión por rocas gigantescas, a nuestra derecha, donde tenemos que echar las manos, y vigilar bien donde ponemos los pies, sobre todo con estas botas que tenemos tan poco flexibles, pero que son estupendas para la nieve el hielo y aíslan muy bien del frío, a cambio en terreno rocoso son terribles, y hay que extremar las precauciones.
Parece que estamos escalando la pirámide de Keops, de la verticalidad, y casi perfecta forma, son rocas de granito inmensas apiladas unas encima de las otras en precario equilibrio que nacen de una base y convergen en una punta. Porque estamos en este lugar tan remoto, si fuera en otro lugar parecería que alguna civilización construyo esta pirámide adrede.
Seguimos el ascenso que nos obliga a dar cuatro pasos y descansar, y eso no es habitual en nuestra experiencia en altitud. Nos rompe el ritmo al tener que pensar como dar cada paso y como sujetarnos para no resbalar. Así penosamente alcanzamos otro punto plano a 5.800 metros, yo creía que al final de la pirámide terminaría en la cima, pero no, termina en una gran base plana de piedras de granito, que han reventado por la acción de la erosión. Al fondo de esta base, se alza otra nueva pirámide, que empezamos a remontar por una arista aérea.
Hacia un lado un glaciar de hielo azul, con tramos de hielo podrido, que hace insegura su ascenso por esta parte, así que decidimos hacerlo por la arista de la nueva pirámide, aun mas inclinada, donde hay que estar muy alerta de no tirar piedras a los compañeros y pisar con mucho ojo en las rocas cubiertas por una fina capa de nieve muy resbaladiza.
Es una autentica tortura, nos gustan mas las montañas que tienen “palas” de nieve o hielo, donde puedes marcar un ritmo, pero a cambio estas pirámides de rocas graníticas nos están destrozando. Por fin atisbamos a ver lo que parece cima, y debe de ser, pues el Gps marca 5.930 metros, calculamos que nos quedaran otros cien metros, siempre los peores, por esa ansia de terminar con el calvario de respirar un aire viciado, en el que le falta casi el 60% de oxigeno, y todos los esfuerzos se acentúan para peor cuando el frío y el viento sacuden sin piedad.
Un ultimo esfuerzo y ¡ si ¡, ¡ ya esta ¡. Hemos llegado a la cima Emilio, Manu, El serpa Kami, el serpa Chring y yo. Estamos en la misma cima de esta montaña que pensamos que ningún occidental a escalado, repito con las reservas al respecto, pues es casi seguro que los tibetanos alguna vez, alguien subiera, pues su carácter de intrépido y curiosos les llevan a lugares imposibles. Pero de momento lo que si es seguro es que no tiene nombre, tenemos todos los mapas disponibles incluidos los del ejército nepalí, y es un simple punto geodésico.
Hemos decidido llamar a este punto geodésico, situado según nuestras coordenadas del GPS en: N 29º 08´46.8´´, E 83º 40´ 29.7´´ y de una altura de 6.035 metros: PICO CUATRO.
Nos gusta ponerle este nombre, gracias a todo el equipo que nos ayuda en Desafío Extremo, y por a ver confiado en nosotros en este hermoso proyecto televisivo, nos apetece mucho y sinceramente es muy bonito que nuestra cadena tenga su pico en mitad del Himlaya mas desconocido del Nepal y casi yo diría que de toda la gran cadena del Himalaya con sus casi 3000 kilómetros de altitud.
Gracias equipo de Desafío Extremo, amigos de cuatro, los que veis nuestros programas, y equipo directivo, por dar forma a este hermoso proyecto que se llama Desafío Extremo. ¡ Va por vosotros ¡.
Desde la cima vemos en su esplendor el Himalaya en los cuatro puntos cardinales: al norte la gran meseta del Tíbet con sus cima mas redondeadas y algo mas bajas, al sur la cadena de montañas que tendremos que atravesar, nevadas como merengues, donde sobre sale el Dhaulagiri una de las 14 montañas de mas de 8.000 metros, sin duda las vistas mas espectaculares, al este los altísimos pasos que llevan al Reino del Mustang, y sobre todo nos sorprende la gran cuenca que es el valle por este lado de la montaña que se encuentra relleno hasta su cima de nieve y hielo, pensamos que puede tener una profundidad de 600 metros de hielo hacia el interior, y además se encadena con varias montañas mas de seis mil metros, todas seguramente sin ollar su cima, interesante proyecto para el futuro, y hacia el oeste vemos el alto Dolpo en toda su magnitud. ¡ Que maravilla de cima ¡, que bien la decisión de escalar esta montaña y no el Arniko Chuli.
El cielo cambia de color muy rápido, se meten nubes, primero nubes altas, y después bajas, al final nieva en alguna cima cercana, el viento sopla con rabia, y en el Dhaulagiri vemos salir la nieve de sus crestas a cientos de metros de altura.
El invierno esta muy cerca, y aquí el tiempo ha cambiado muy rápido. Es hora de descender, así lo hemos, sin novedades, aunque el agotamiento de este día largo nos esta pasando factura. No hemos desayunado, no hemos comido, hemos galopado 15 kilómetros, caminando unos cuantos, escalado una gran montaña y nos quedan aun otros 15 kilómetros a caballo para regresar al campo base, al que llegamos de noche.
Phuntchok nos espera con otra hoguera de boñigas de yak de las que hizo acopio como jefe de campamento, allí prácticamente nos dejamos caer a calentar los maltrechos cuerpos de un día hermoso pero terriblemente agotador.
Estamos a muchos grados bajo cero, pero nos da todo igual, hemos concluido con éxito la escalada a un pico que antes no tenia nombre, aunque el esfuerzo para hacerlo ha sido extraordinario.
Un poco de cena, tenemos muy poca comida y menos ganas de cenar que nada por el agotamiento, lo mejor es irse a la cama en compañía de esa hermosa luna llena que alumbra todas las montañas de nuestro alrededor, y seguro que el “yeti” nos esta observando desde donde quiera que este.
Caemos inmediatamente en un profundo sueño, a pesar de estar a 5.100 metros de altura.
Por la mañana otro largo día de muchos kilómetros caminando y a acaballo.
Ahora estoy en un valle a tan solo 4.200 metros, en un cruce de ríos y línea divisoria de montañas. Están los yakeros con los yaks que ya nunca volverán, serán vendidos para carne en la aldea de Jomson, y ellos sin saberlo son nuestra llave que nos habrá las puertas de regreso.
Saldremos del alto Dolpo por los collados del sur, uno de ellos nos han dicho que esta terrible, que nadie se atreve a atravesarlo, y menos en esta época a las mismas puertas del largo invierno.
Solo esta caravana de intrépidos yakeros lo va a intentar, porque han vendido los yaks y nos les preocupa el regreso, pero si, y mucho si podremos atravesar el maldito collado helado, cargado de nieve hasta la cintura.
Necesitaremos de otra semana para salir de este laberinto de altos valles, gargantas profundas, ríos helados, viento constante, frío, mucho frío, y pasos de montaña nevados y helados que nos darán casi ninguna oportunidad.
Ya nos han avisado que va a ser muy duro, y tenemos que adaptarnos al ritmo y a las largas marchas de las rudas gentes del Dolpo para no quedarnos atrás. Tenemos las fuerzas justas, llevamos mas de un mes sin para ni un solo momento. Mas de 400 kilómetros acumulados, y según nos dicen nos espera una semana de la que no nos vamos a olvidar.
Espero poder escribiros otra crónica antes de que finalice esta pedazo de aventura, siempre y cuando los Yakeros no nos den un caña de tal magnitud que me impida poder escribiros.
Espero teneros informados, porque merece la pena estar conectado a vosotros, donde se que hay muchos amigos que nos ayudan a seguir adelante con vuestros comentarios en la web.
Estar atentos a la siguiente crónica sabréis si conseguimos junto a la ultima caravana de yaks de la alto Dolpo en el Himlaya de Nepal, alcanzar las tierras bajas, y sobre todo la aldea de Jomsom donde un avioneta nos llevara hasta Katmandú, después de 40 días de autentica aventura en mayúsculas.
Jesús Calleja desde las tierras remotas del alto Dolpo.