Dolpo es una región inhóspita, la más grande de Nepal, pero también la más despoblada, a penas viven 5000 personas. Esta muy mal comunicada, no hay carreteras, ni apenas escuelas u hospitales.
Hola amigos, ya hacia tiempo que no os escribía crónicas, ha coincidido que estábamos escalando el Mont Blanc, con nuestros amigos del mundial de motociclismo Héctor Barbera, Dani Pedrosa, y Marc Coma. Nos fue imposible llevar los equipos satélites, y ahora os escribo desde el mismísimo corazón del Himalaya: El Dolpo.
Dolpo es una región inhóspita, la más grande de Nepal, pero también la más despoblada, a penas viven 5000 personas. Esta muy mal comunicada, no hay carreteras, ni apenas escuelas u hospitales.
Nosotros (Manu, Emilio; Phuntchok, y yo), hemos alquilado una avioneta modelo Pilatos Porter en Katmandú, a nuestro amigo Sonam, y hemos realizado un increíble vuelo a trabes de la cordillera del Himalaya. Primero directos hacia el norte para filmar de cerca los Ganesh Himal, después volamos entre valles del Himalaya, hasta alcanzar el Manaslu, una de las 14 montañas que tienen mas de 8.000 metros, después casi tocamos con los dedos los Anapurnas, también de mas de 8000 metros, y el Dhaulagiri, que pasa holgadamente los 8000m. En total tres montañas de los llamados “los 14”.
Nos hemos metido en un vuelo, casi acrobático por la garganta del Kali Gandaki, que es la más profunda de la tierra, y sobrevolado el mismo borde de la frontera con Tíbet, y filmado la ciudad amurallada, casi medieval de Lo-Mantang. Los fuertes vientos nos obligaron a no dar muchas pasadas, mientras Manu vomitaba todo lo que tenia dentro del mareo.
Pusimos la avioneta de 6 plazas rumbo a nuestro destino final: la región del Dolpo, asilada como ninguna otra en el Himalaya.
Después de un vuelo único entre valles, montañas de mas de ocho mil metros, gargantas sin fin, y valles aun por descubrir, aterrizamos en una pista estrechísima, de a penas 150 metros de longitud, a 2.600 metros de altitud, compuesta de piedras y tierra. Pocos son los que se atreven con este aterrizaje, y a penas dos modelos de avioneta que lo pueden hacer.
Todavía con los nervios a flor de piel, somos conscientes que estamos en el bajo Dolpo: en Juphal.
Nos encontramos con Chiring, el serpa joven con el que escale el Everest y Lhotse, y que ahora ya es “Sirdar” o jefe de serpas.
Tiene listo nuestro pequeño equipo humano, que consta de unos 8 porteadores incluido el cocinero, más un serpa y Chiring, en total 10 personas, 14 mulas y nosotros cuatro: Manu, Emilio, Phuntchok y yo.
Por delante una fantástica aventura que nos llevara al menos 40 días.
Queremos entrar por el bajo Dolpo, y caminando alcanzar el alto Dolpo, hasta la frontera con Tíbet, después girar hacia el este, y adentrarnos en un territorio muy poco transitado por humanos, apenas alguna caravana de yacks y poquísimos occidentales. Después volveremos a girar hacia el nor-este y alcanzaremos un lugar llamado< valle vacio>, donde existe un paso a 5.750 metros de altura no utilizado por los habitantes locales de lo expuesto y remoto del lugar.
Nosotros intentaremos si la climatología nos lo permite, escalar el pico Arnio Chuli, donde creemos que solo dos expediciones lo han conseguido, y aquí viene el plato fuerte, queremos descender de este pico por su ladera este, cubierta de hielo y nieve, y explorar por primera vez en la historia este valle que se adivina en los mapas y fotos satélites.
Sabemos con certeza que nadie ha hecho esta ruta y aun menos intentar escalar otra de sus numerosas montañas todas ellas de más de 6.000 metros de altura. Apreciamos en las fotografías satélites un extenso campo de hielo y glaciares por todas partes.
En esta zona solo nos adentraremos, Manu, Emilio, los dos serpas y yo, el resto del grupo lo enviaremos por el collado de 5.750 metros a un lugar llamado: La Pedhi, donde se supone que nos encontraremos días después. Luego continuaremos ruta hacia otro reino anclado en el tiempo: el reino del Mustang
Es una grandiosa aventura, la mas larga que hemos hecho en Desafío Extremo, y en ella se dan todos los alicientes de las grandes aventuras: muchos días sin para de caminar, conoceremos gentes y culturas que viven como en el antiguo medievo, escaláremos montañas cargadas de historias y otras aun vírgenes, exploraremos valles nunca antes pisados, abriremos una ruta por los campos de hielo y glaciares nunca antes pisados, y saldremos hacia un mundo aun perdido en el tiempo, donde existe una pequeña ciudad con rey y reina propios y que dicha ciudad se encuentra amurallada y cierran la puerta por las noches, como en las antiguas ciudades medievales, se llama Lo-Mantag, y esta en el reino del Mustang.
En total casi 500 kilómetros caminando y mas de cuarenta días.
Todo es incierto, este es el plan, pero nos pasaran tantas cosas que de todo lo que queremos hacer nada es seguro, la expedición puede morir en unos días si el invierno decide adelantarse y nos corta el paso en alguno de los 7 collados altísimos de mas de 5000 metros donde tendremos que pasar con las mulas, y si nieva copiosamente esto será imposible.
En el Dolpo o en el Mustang si las nieves son tempranas, los reinos quedan aislados y nadie se mueve. Estamos solos, ya no hay visitantes en esta región, es mediados de octubre y le estamos echando mucho valor arriesgándonos en quedar incomunicados, pues hasta finales de noviembre calculamos no terminaremos la expedición.
Ahora os escribo desde una pequeña aldea a 3100 metros llamada Polam, junto a un inmenso lago de color turquesa, y una catarata de casi 200 metros, la mas alta de Nepal. Hace frío y aparecen nubes de altura que presagian cambio a mal tiempo. ¡Empezamos bien¡. También estamos preocupados pues es una zona castigada por los ataques de la guerrilla maoísta, donde hace muy poco se producían violentos ataques entre maoístas y ejercito, hay controles militares donde no dejan entrar las cámaras, y aquí estamos con la intención de rodar un documental con estas premisas.
Espero tener suerte, siempre la tengo, y si no ya me las arreglare como otras veces, para salir de los entuertos.
De momento llevamos cuatro días caminando junto al río Suli, entre abetos gigantescos de 30 metros de altura, bambú, laderas repletas de marihuana, un agua turquesa que ruge como un dragón al precipitarse por los imposibles rápidos, y una terrible humedad que nos cala los huesos, cuando la temperatura desciende cerca de los cero grados.
En los próximos cuatro días nos esperan tres grandes dificultades: la primera pasar el control militar, la segunda atravesar el lago Phoksundo, donde en varios tramos hay que descabalgar las cargas y pasarlas a mano de la suma estrechez de los pasos, de a penas 40 centímetros de ancho, a cuyos pies caen cientos de metros al vació vertical, donde un mal paso te manda al otro “barrio”, y para finalizar el tercer obstáculo es un collado de casi 5.400 metros, barrera natural que comunica con el alto Dolpo, y selecciona a los que osan entrar en este reino perdido. Os escribiré la próxima crónica desde el otro lado del muro, en un lugar donde el tiempo se ha detenido y sin duda es de los más aislados del planeta.
Jesús Calleja desde el reino del Dolpo escondido en el corazón del Himalaya.