En la cordillera Darwin intentaremos mi hermano Kike, Emilio cámara y amigo, junto con tres amigos argentinos, escalar el monte Caledonia, lo que seria la primera repetición mundial a dicha montaña.
Como ya sabéis conseguimos alcanzar la cima del monte Caledonia, siendo nosotros siete la segunda repetición mundial. Este era uno de nuestros dos objetivos.
Pero aun tenemos otro segundo objetivo: explorar un territorio de hielos y montañas brutales, que todavía aun, y aunque parezca mentira sigue sin ser explorado.
La idea es descender por la cara norte del Monte Caledonia, para alcanzar el glaciar Armada de Chile, y buscar el nacimiento de este enorme glaciar. Una vez localizado, buscar un paso a la otra vertiente, donde se encuentra un gigantesco glaciar que se llama Alemania, y del que solo se conoce una expedición de New Zelandeses que en el año 1971, alcanzo este glaciar pero desde un lugar muy alejado, y nunca llegaron al nacimiento de este glaciar, y menos aun conectar el glaciar Alemania con el Armada de Chile atrabes de un paso inexplorado, blindado de montañas vírgenes jamás escaladas.
Nosotros siete pretendemos precisamente eso. Quizás sea una osadía, pero creemos que al menos podemos intentarlo, y cada día que consigamos avanzar será un logro.
Con una ilusión renovada por el éxito de la ascensión al Monte Caledonia, descendemos al campo II que hemos instalado a tan solo 200 metros de desnivel de la cima del Caledonia. Nos interesa tenerlo muy alto, pues al siguiente día iniciaremos la búsqueda del paso que nos de acceso al glaciar Armada de Chile. Fundamental este primer paso, que hemos llamado: OBSTACULO Nº 1.
Disponemos de una buena foto satélite y otra de avión, pues no hay ni un solo mapa de este lugar, y después de estudiarlo concienzudamente, creemos encontrar en el, CUATRO OBSTACULOS.
De este modo nuestro primer objetivo, OBSTACULO Nº 1: la búsqueda del paso y consiguiente descenso al glaciar Armada de chile.
Pero a pesar de tener las ideas muy claras, por la noche comienza un viento de tal virulencia que tenemos que construir una muralla de metro y medio de piedras, para evitar que nos rompiera las tiendas de campaña. Estamos en una pequeña isla de roca en mitad del glaciar principal del Monte Caledonia, y esto nos protege del viento. Pero la fuerza es tal, que incluso los trozos del hielo que arranca el viento nos sacude en la cara y nos deja marcas. Calculamos que al menos hay rachas de 120 kilómetros por hora, y es imposible avanzar y ni siquiera mirar en dirección al viento aun con gafas de ventisca. La visibilidad se ha reducido a nada, y así estuvo toda la noche y todo el día siguiente.
Hemos estado todo ese tiempo dentro de la tienda sin poder hacer nada, excepto sujetar en ocasiones las varillas con fuerza, pues daba la sensación que saldríamos volando
Nos mirábamos atónitos y con cierto miedo, no estamos acostumbrados a estos vientos, y era impresionante oír 5 segundaos antes las ráfagas que venían directamente desde el monte Caledonia, para batirse contra nuestro campo II con un a virulencia que nos metía ese miedo en el cuerpo.
Llamamos por el teléfono satélite a Ushuaia y nos confirman que hay una fuerte borrasca de procedencia antártica y durara unos días, aunque en dos el viento aflojara, no así la precipitación.
Luis Turi dice que estas son las condiciones normales en la Cordillera Darwin, de ahí que apenas se conozca una pequeña parte.
Después de este día parados, amanece más o menos un día digno, por no decir que nieva, sigue el viento y la visibilidad reducida, pero aquí es bueno, solo el hecho que puedas salir de la tienda, por lo que nos ponemos en marcha hacia las ocho de la mañana para buscar el maldito paso. OBJETIVO nº 1
Caminamos por glaciares de altura, escalamos mas glaciares, sorteamos grietas, y cruzamos collados, pero el paso no aparece.
Exploramos canales sin éxito, y tenemos que encaramarnos a una cresteria muy aérea para ascender un pico que se alza vertiginoso desde otro glaciar. Mientras escalamos, decidimos llamarle “Punta Esperanza”, precisamente porque hemos depositado toda nuestra esperanza en que desde su cima veamos un posible paso a la cara norte de este largo cordón que empieza en el monte Gémini y va uniendo muchas montañas, entre ellas el Monte Caledonia.
La ascensión la realizamos sin problemas, y desde la cima vemos una posible salida a la cara norte a trabes de una canal que se la ve practicable. Hay que salvar unos 500 metros hasta el glaciar Armada de Chile y es una muralla, vertical de muchos kilómetros de larga, y solo vemos un posible paso.
Descendemos, se lo comunicaos a los compañeros que esperan nuestra exploración y nos encordamos de nuevo, pues hay que sortear antes una pala de nieve que esta encima de un glaciar con fuerte pendiente que desciende desde la misma cima de nuestra recién bautizada montaña como Punta Esperanza.
Cruzamos en diagonal esta dificultad de unos 60º de inclinación entre dos gigantescas grietas que serian imposibles de cruzar, pero tenemos suerte que esta en diagonal y lo sorteamos por el medio. Por fin alcanzamos una especie de colladito y comenzamos el descenso.
Tenemos que destrepar muros muy inclinados con las pesadas mochilas, una tarea dificultosa y expuesta. Hay pasos tan delicados que pasas con la mitad del pie en el abismo, agarrados como lapas. Llegamos a un muro que no podemos destrepar y montamos un pequeño rapel, lo salvamos y seguimos descendiendo por este farallón de granito.
Alcanzamos diferentes terrazas, pero en una de ellas y a menos de 150 metros del objetivo, se nos corta la ruta. La canal desaparece y da paso a un muro infernal vertical y en ocasiones extraplomado, por lo que nuestras cuerdas de 60 metros nos son suficientes y no podemos instalar rapeles con esas mochilas colgando en el abismo.
Nos lamentamos y esto nos deja hechos polvo. ¡Que decepción¡ todo nuestro esfuerzo y la ascensión al Punta Esperanza, para nada. Tenemos que regresar por el mismo sitio
Escalamos la ruta que antes descendimos, tenemos que utilizar de nuevo la cuerda para pasar el pequeño muro, y al cabo de una hora y media estamos de nuevo en el pequeño collado.
Descansamos, comemos, nos hidratamos, pensamos, nos motivamos, y decidimos continuar por los neveros y glaciares hacia el este, en busca de otra ruta de descenso.
Nuestro único regalo de momento, al tremendo esfuerzo baldío, es un fascinante vuelo a escasos 10 metros de nosotros de un gigantesco cóndor que llegan a tener dos metros y medio de envergadura de punta a punta del ala, solo superado por el albatros solitario.
Se recrea dándonos al menos 10 pasadas para que le saquemos bien guapo en las fotos, y aunque el no lo sepa le conocerán todos los españoles cuando se vea esta aventura en DESAFIO EXTREMO EN CUATRO TV.
Somos conscientes que si no encontramos una ruta de descenso, la expedición habrá sido un éxito por la ascensión al Caledonia, pero un fracaso en cuanto a la exploración de un nuevo territorio glaciar.
Vemos muy al fondo otra montaña, y decidimos ir a por ella. Imaginaros la paliza que tenemos en el cuerpo. Hemos descendido del campo II del Caledonia, cruzado glaciares, neveros, rocas, escalada a una montaña, y ahora intentaremos el ascenso a otra montaña para intentar buscar el maldito paso de descenso al Glaciar Armada de Chile, y ¡¡todo con mochilas de 30 kg¡¡.
Conseguimos la cima de esta segunda montaña con más roca que nieve, y desde su cima creemos ver a la distancia otra posible canal que desciende al glaciar.
No lo pensamos mucho, funcionamos como autómatas, ¿y si esta canal no llega al fondo del glaciar?, también sabemos con certeza que la expedición la daremos por terminada, pues no hay paso.
Iniciamos el descenso, con las pesadas cargas, y lo mismo que antes, rocas, pasos complicados, terrazas, más exposición y sufrimiento.
Y de repente la pesadilla de antes regresa: ¡¡la parte final de la canal parece infranqueable¡¡ .
Estamos tan cerca y a la vez tan lejos de conseguir el objetivo…
Hay que encontrar una solución y pasa por hacer dos rapeles. Esta vez podemos hacer dos tramos porque la orografía lo permite y de esta manera también bajaremos mejor las cargas a la espalda.
Sin más preparamos el primer rapel (descender por cuerdas desniveles muy acusados o verticales): baja Luis, seguido de Dani y Nacho. Os aseguro que no es fácil rapelar con mas de 30 Kg. a la espalda en un terreno inestable y cayendo de vez en cuando piedras o rocas que se desprenden desde cualquier punto por el fuerte viento en altura.
Llega el turno de Emilio que protege a su cámara como si fuera un hijo suyo, y en cierta medida lo es, es la prolongación biónica de su cuerpo. Con su cámara sigue paso a paso todos los acontecimientos y rueda en unas condiciones terribles. Todo lo que hacemos los demás el lo hace igual y además lo rueda para nuestra serie Desafío Extremo en CUATRO TV. Algún día os escribiré como rodamos en nuestras expediciones, porque solo somos Emilio, yo, y en ocasiones mi hermano Kike. La peor parte de lejos la lleva Emilio, de hecho su cámara pesa más de 6 Kg., y le sigue a todas partes.
Me toca a mí el último en rapelar, mientras el resto del equipo esta montando el segundo rapel.
Nos reunimos todos en un saliente y hacemos el segundo rapel. En total 100 metros de rapel que nos sitúan en un punto en el que ahora, si alcanzamos ¡¡por fin¡¡ el glaciar Armada de Chile.
El OBSATACULO Nº 1 esta resuelto, hemos descendido al glaciar de la cara norte del Caledonia.
Instalamos un campamento junto a la morrena, por encima de nosotros miles de rocas de muchas toneladas que nos amenazan con desprenderse, pero ya no podemos más. Estamos exhaustos, y nos dejamos caer de rodillas para instalar las tiendas. ¡¡12 horas sin parar de nuevo¡¡. Cenamos lo de siempre: un sobre de pasta para dos, una chocolatina y para de contar que ya hemos entrado en racionamiento, hemos tardado mucho mas de lo que habíamos calculado, y si queremos continuar, pasa por racionar. Así que imaginaros este esfuerzo brutal diario con las mochilas súper cargadas y con solo una cena al día de pasta –viuda-.
Esta resultando una expedición muy dura, pero estamos firmes en conseguirlo, siempre y cuando el resto de los siguientes tres OBSTACULOS nos lo permita.
Empieza a llover con mucha fuerza, caldos hasta los huesos, y así de mojados nos vamos para el saco de dormir a calentar y descansar, estamos rotos. Mañana será otro día y nos espera el OBSTACULO Nº 2.
Estar atentos que os prometo que si conseguimos atravesar los siguientes tres OBSATACULOS, os lo estaré contando puntualmente. ¡¡La expedición de exploración continua¡¡. Nadie hasta entonces había pisado este glaciar, y las sensaciones son fascinantes. A partir de ahora cada día será igual pisaremos mas glaciares y pasos de montaña desconocidos que nunca antes nadie los piso.
-NO puede ser, Kike ya esta “sobado” mientras le leía esta crónica-, mi hermano es capaza de dormir en una pelea.
Jesús Calleja desde los confines de la tierra.