En Planeta Calleja a veces llevo a invitados a los que conozco un poco previamente, en este caso no era así. Nunca había coincidido con Antonio Orozco y no sabía mucho de él, pero ahora puedo decir que lo he pasado en grande en su compañía. Nos fuimos a Georgia, un lugar que tampoco conocía. Allí se puede disfrutar de unas montañas impresionantes en la Cordillera del Cáucaso, donde yo ya había estado en su vertiente rusa cuando escalé el Elbrus. Antonio y yo queríamos llegar al remoto Valle de Svaneti, un lugar de difícil acceso. Es Patrimonio de la Humanidad gracias a que todas las aldeas tienen un aire medieval y están llenas de torres defensivas del siglo IX.
Nuestro objetivo era llegar a Ushguli que ellos dicen que es el pueblo habitado más alto de Europa. Lo hicimos andando, en bici, y hasta en parapente. Antonio sufrió muchísimo con la bici porque las cuestas eran bestiales. Yo le decía que se bajara de la bici y subiera andando pero Antonio es súper cabezón, no había manera. Es un tío muy perseverante y nunca se da por vencido. Eso está muy bien, pero a veces hay que optar por la vía más fácil. Como le hice sufrir tanto, me puso el mote de “Pumuki”. La verdad es que ya tengo un buen catálogo de motes.
También tuvimos la oportunidad de conocer gente increíble. Los georgianos consideran al invitado como una bendición de Dios, así que imaginaros cómo nos trataron. Pasamos una noche en el Monasterio de Kazbegi, un lugar de postal, en medio de las montañas, sin nada alrededor. Allí vive una congregación de diez monjes ortodoxos que no abrieron las puertas de sus casa y nos dieron de cenar. También nos invitaron a un “supra” que es como un banquete georgiano lleno de rituales, y mucho vino claro, que Georgia es la cuna del vino. Lo pasamos en grande.
Si pudiera definir la actitud de Antonio en el programa sería entregado. Ha hecho todo lo que le he pedido, se ha esforzado, nunca ha protestado. Así da gusto, ¡gracias Antonio!