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PLANETA CALLEJA: EN LA POLINESIA FRANCESA CON JORGE JAVIER VÁZQUEZ

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> Posteado el 08/03/2016 a las 14:00

Hace tiempo que quería invitar a Jorge Javier Vázquez a Planeta Calleja para conocerle mejor. Me ha costado mucho trabajo porque según él, su umbral de aventura es cero, así que tuve que elegir un destino con el que sabía que no se iba a resistir. Ese lugar lo encontré en la Polinesia Francesa, que tiene algunos de los paisajes más increíbles que he visto.

Una vez allí, Jorge Javier se ha hecho el remolón todo lo que ha podido, pero ya sabéis que a persistente nadie me gana, así que me he pasado todo el viaje intentando sacarle de su descanso en la playa para hacer actividades de las que a mi me gusta. Os diré que el primer día, cuando llegaba a su habitación del hotel en la isla de Moorea, vio unos pececillos en el mar y dijo: “que horror, si me toca un pez me muero”. Horas más tarde le tenía buceando junto a tiburones y rayas, ¡a las que pudo tocar! Si es que no hay nada que Planeta Calleja no pueda conseguir. Nuestro viaje también nos llevó a Tahití donde Jorge Javier tenía que hacer un rápel en una cascada enorme. Sólo llegar hasta allí fue un cuadro, porque se tropezaba en cada piedra, ¡qué patoso es el tío! En la cascada pasó muchísimo miedo y al final tuvimos que hacer algo parecido a un rápel que no sé ni cómo llamarlo. La verdad es que el tío le echó un par, porque nunca ha hecho nada parecido. Admiro mucho su fuerza de voluntad y sus ganas de hacer cosas que a priori no le llamaban nada.

Nuestro destino final era la isla de Nuku Hiva, en el archipiélago de las Marquesas. Un lugar absolutamente mágico donde poquísima gente llega. Hemos visto unos lugares totalmente vírgenes y con una variedad de plantas que en pocos sitios se pueden ver. Eso por no hablar de su gente, tatuados de cabeza a los pies. Dan un poco de miedo, pero son bastante divertidos. En Nuku Hiva, Jorge Javier acampó en una playa, se sintió un poco concursante de Supervivientes, el programa que está a punto de presentar. Al día siguiente hicimos un trekking a pie y a caballo hasta llegar a la cascada de Vaipo, de 350 metros. A Jorge Javier le costó lo suyo, pero estoy seguro de que ha vuelto un poco cambiado. Ha aprendido otra manera de viajar y otro tipo de actividades que podrá hacer en sus próximos viajes. Tengo que decir que yo también he aprendido mucho con él, de su sentido del humor, de su inteligencia, humanidad, y sobre todo de su capacidad para abrirse en canal y mostrar lo que lleva más dentro. Me llevo grandes recuerdos de este país y de mi invitado. Es un gran tipo, y me alegro de haber conocido a la persona que vive bajo el personaje.

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